La petite mort

El día había sido largo y tenía la cabeza llena de preocupaciones. Cuando cerró la puerta de casa tras de ella, cerró los ojos y respiró profundamente.
-¿Hola? ¿Hay alguien en casa? Nadie contestó. Sola, por fin.
Se quitó los tacones, luego el vestido y por último la ropa interior. Lo dejó todo en el suelo, hoy se permitiría el lujo de dedicarse a ella. SOLAMENTE a ella.
Esa noche de verano el calor era insoportable, la copa de vino que se sirvió le apetecía casi tanto como olvidar el mundo entero. Todavía con la cabeza llena de problemas, abrió el grifo de la bañera. Si. Un baño espumoso le pareció la mejor opción para relajar la mente y el cuerpo. Era tarde, pero le apetecía.
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Llenó otra copa de vino y se sumergió en otro mundo. Un mundo donde solo cabe el placer. Cerró los ojos y recordó. Recordó su despertar sexual de adolescente, sus aventuras más íntimas, sus encuentros más placenteros. Cuerpo contra cuerpo. Calor contra calor. Placeres intensos de juventud.

La respiración era pesada, el corazón le latía fuerte. Calor. Su cuerpo se tornó más pesado, su mente más ligera. Calor. El roce de sus dedos contra su cuerpo. Placer inconfesable. Y de repente, la petite mort. Su aun joven cuerpo se estremeció de pies a cabeza. Y por un momento, el mundo dejó de existir.

Separó sus muslos. Sorbió su copa. Cerró los ojos.
Solamente ella.

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